LA LEY DE PUREZA DE LA CERVEZA CUMPLE QUINIENTOS AÑOS EN PLENO AUGE DEL SECTOR
Hace ya medio siglo, concretamente un 23 de Abril de 1516, Guillermo IV de Baviera decretó la Ley de Pureza para proteger la cerveza de la región de Baviera (un reino independiente en aquellos tiempos). Estableció una barrera legal que hoy vemos secundada en nuestro país en las denominaciones de origen, ganaderías o cualquier otra regulación que identifique un producto con su procedencia y las materias primas empleadas en su elaboración.
Esta ley de pureza (Reinheitsgeboten alemán) establecía que la cerveza sólo debía elaborarse a partir de agua, cebada malteada y lúpulo. Teniendo en cuenta que la levadura no se descubrió hasta 1880, en las elaboraciones se empleaba la levadura salvaje de partidas anteriores que se depositaban en el fondo de los “depósitos”.
Esta Ley no solo contemplaba un reglamento acerca de la elaboración de cerveza, también la forma de ser servida, o el precio al que debía ser vendida según la época del año.
UNA LEY CON FINES ECONÓMICOS
En realidad, esta Ley de Pureza tiene su origen en algunas leyes anteriores, principalmente una “Ley de Pureza” establecida en Munich en 1487. Décadas más tarde, con la unificación de los territorios, Guillermo IV decretó la Reinheitsgeboten en la ciudad de Ingolstadt, bajo en nombre "Cómo se debe despachar y preparar la cerveza en verano e invierno en el campo". En aquel momento el reino contaba con el monopolio de la cebada, de esta manera si alguien quería elaborar una bebida que “legalmente” se denominara cerveza, tendría que disponer inevitablemente de la cebada, que al 100% controlaba dicho reino. De esta forma, además, se conseguía reservar el centeno y el trigo para la elaboración de pan.
Se cree que es la primera regulación legal de un alimento, estando en vigor hasta 1986, cuando fue modificado por la Unión Europea. La externalización de la cerveza ha motivado que para las empresas alemanas que exportan a otros países haya flexibilidad con dicha ley, cuyo cumplimiento sí es exhaustivo dentro de las fronteras germánicas.
Hoy, quinientos años después, los cerveceros artesanos seguimos luchando por que exista la máxima información acerca de la cerveza que nos bebemos. Más allá de que se ciña a esta ley o que incluya algún ingrediente más, creemos que es un derecho legítimo del consumidor.