Sentarse, abrir un botellín de cerveza o servirse una buena jarra que degustar tranquilamente: el placer de desconexión de los amantes de la cerveza. Pero, al coger esa cerveza es la última fría... ¡no repusimos! La próxima vez, mejor ser previsor y no tener que meter la cerveza en el congelador para tomar nuestra segunda ronda. El porqué, a continuación.
Ante la llegada de las altas temperaturas, uno de los planes que más aflora entre los españoles es el de tomarse una cerveza lo más fría posible con el ansia de paliar la sed en verano. También, ante circunstancias como visitas inesperadas o para darles un choque de frío y tenerlas frescas cuanto antes, tendemos a pensar que lo mejor es meter las cervezas en el congelador. Una acción que, sin embargo, merma la percepción de nuestra bebida favorita. Hoy te contaremos porque te lo desaconsejamos.
Como ya sabrás, por otras entradas de este blog sobre la temperatura ideal para consumir tu cerveza, existe la extendida creencia de que una cerveza se debe consumir a una temperatura extremadamente fría. Pero esto afecta a las propiedades organolépticas en su degustación.
Qué pasa cuando nuestra cerveza está demasiado fría
Cuando nuestra cerveza está fría en exceso puede que no alcancemos a diferenciar sus aromas florales, cítricos o dulzones pues se ralentiza la volatización de sus compuestos aromáticos. Esta temperatura incorrecta de ingesta, provoca que nos perdamos aromas y sabores importantes en cervezas como por ejemplo la India Pale Ales o cervezas de trigo, arruinándonos la experiencia de cata.
Evitar el Chill haze
Cuando una cerveza parece turbia al servirse y al atemperarse va adquiriendo nuevamente la claridad característica de su estilo, estaremos ante el fenómeno conocido como Chill haze. A consecuencia de haber tenido la cerveza en frío excesivo, sufre una alteración por la que las proteínas y los polifenoles (al no ser solubles a temperaturas bajas) proporcionan este aspecto temporal.
El caso de las cervezas artesanas
Las cervezas artesanas, de las que ya se dispone de un gran espectro en la oferta gastronómica de nuestro país, son cervezas de gran calidad, llenas de matices que descubrir. Meterlas en el congelador para conseguir enfriarlas rápidamente o que lleguen a una baja temperatura para tomarlas frías en exceso, puede ocasionar que pierdan intensidad.
El caso contrario, consumir a alta temperatura, tampoco favorecería su degustación, pues se disiparía el amargor aportado por los lúpulos y disminuiría el burbujeo/carbonatación. Por ello, es común que algunos estilos con mucho cuerpo, no gusten si no se sirven a su temperatura ideal.
Consejos para consumir la cerveza a temperatura más idónea
- El rango de temperatura, en general, para servir la cerveza debe ser de entre 3 y 13ºC
- Las cervezas oscuras se sirven menos frías que las claras
- Se deben servir las Lagers más frías que las Ales
- Si la cerveza tiene bastante graduación alcohólica, se sirve menos fría
- Consultar la etiqueta del fabricante, las cervezas artesanas suelen contener consejos de consumo que nos ayudan a mejorar la experiencia
- Las Lagers y las cervezas industriales son las que admiten temperaturas más bajas
Este verano, debemos encontrar el punto perfecto, localizando en nuestro frigorífico ese lugar donde la cerveza según estilo tenga una temperatura de consumo lo más idónea posible, y así, evitar restarles las características que los Maestros Cerveceros se esfuerzan en aportar a los diferentes tipos de cerveza para nuestro disfrute.