Las propiedades saludables de la cerveza eran ya conocidas desde la antigüedad. De hecho, esta bebida era concebida más cómo un alimento y un medicamento que como una bebida recreativa.
Las mujeres en el Antiguo Egipto utilizan cerveza con fines cosméticos o dermatológicos. Hoy día podemos encontrar esta tradición en lugares como la República Checa, donde es costumbre tomar baños de cerveza con el objetivo de retrasar los signos de la edad en la piel y fortalecer el cabello.
En la Antigua Grecia, Hipócrates recomendaba el uso de la cerveza como diurético y antipirético. Areteo de Capadocia, notable médico griego de época imperial romana, aconsejaba su consumo para controlar la diabetes y reducir la migraña. Los guerreros Iberos la consumían como una sopa en la que maceraban carne y migaban pan para aumentar su bravura durante la batalla.
Ya en la Edad Media se utilizará como antidepresivo, estimulante del apetito y para corregir el insomnio. Para esta dolencia también se recomendaba el uso de almohadas rellenas de lúpulo (uno de los ingredientes clave en la elaboración de la cerveza).
Hasta bien entrado el siglo XIX, las farmacias fabricaban y vendían cerveza. Se añadían ciertas plantas para ampliar las propiedades medicinales. Estas plantas como el gruit o el lúpulo, podían ser más comunes en la elaboración de la cerveza, pero también encontramos hinojo, cardamomo o nuez moscada, usados casi exclusivamente por sus fines terapéuticos.
Hoy en día, gracias a los cientos de estudios científicos realizados en las grandes universidades de todo el mundo, sabemos que el consumo moderado de cerveza es beneficioso para nuestra salud gracias a su alto contenido en vitaminas del tipo B, necesarias para el buen funcionamiento del hígado y beneficiosas para el sistema nervioso central.
El lúpulo con el que se elabora la cerveza, contiene una sustancia llamada lupulina, que actúa como depresor del sistema nervioso central, actuando como calmante, estimulante del sueño y antidepresivo. Las resinas de lúpulo tienen una función diurética, es decir, estimulan el funcionamiento de los riñones, lo que ayuda al organismo a eliminar más rápidamente las toxinas disueltas en sangre y, además, evita los problemas causados por la retención de líquidos
La malta es rica en polisacáridos, que estimulan la producción de leche en las mujeres durante la lactancia. También los oligoelementos presentes en estos cereales ayudarían a mantener en forma el sistema cardiovascular.
El etanol (alcohol) ayuda a disminuir el colesterol “malo” y actúa como anticoagulante de la sangre, lo que lo convierte en un elemento esencial para combatir la trombosis, la hipertensión, la obstrucción de las arterias coronarias y el infarto de miocardio.
La cerveza es rica en silicio y fitoestrógenos que estimula la creación y la conservación del tejido óseo, lo que previenen la aparición de enfermedades como la osteoporosis.
Otro elemento a destacar son los flavonoides (xanthohumol e isoxanthohumol), que junto con los antioxidantes ayudan a prevenir la aparición de cáncer.
A pesar de todas estas virtudes, el consumo de cerveza es saludable sólo en unas cantidades moderadas específicas equivalentes a una dosis diaria para las mujeres y dos en el caso de los hombres. Un consumo excesivo y prolongado de alcohol puede acarrear serios problemas para la salud, es por ello que en Cervezanía abogamos por un consumo moderado y responsable de cerveza.