Contra todo pronóstico y contra toda clase de barreras socio-culturales y religiosas, nos encontramos en pleno centro de Biskek, la capital de Kirguistán, con Save the Ales, una pequeña cervecería artesana propiedad de dos mujeres, Aida Musulmankulova y Arzu Kurbanova. Estas dos heroínas del mundo cervecero decidieron iniciar una revolución dentro del mundo de la cerveza artesana en este pequeño país asiático de fuerte impronta islámica.
Aida y Arzu, gracias a sus viajes al rededor del mundo, conocían los distintos tipos de cervezas artesanas y, con la ayuda de internet, decidieron ponerse manos a la obra y empezar a hacer su propia cerveza artesana, rompiendo la globalizada y errónea idea de que el mundo cervecero es de exclusivo dominio masculino.
Tras varios intentos fallidos y varios meses de práctica, consiguieron producir una cerveza de gran calidad que daría lugar a la inauguración del Save the Ales en mayo de 2016. Poco a poco han ido desarrollando nuevas recetas y han ido obteniendo una leal clientela que no deja de sorprenderse por la maestría de estas dos mujeres a la hora de fabricar cerveza artesana. Y aunque la mayor parte de su clientela es extranjera, se están haciendo un hueco entre la clientela local. La producción en este local abarca un amplio abanico de estilos, desde las IPA y Porters hasta las Kriek. Todas son fermentadas en barriles de madera y sus dueñas no escatiman en la calidad de los ingredientes, que vienen importados de Europa y América.
Dice un antiguo dicho ruso: Пиво без водки - деньги на ветер , o lo que es lo mismo “cerveza sin vodka es dinero arrojado al viento”. No es de extrañar. Kirguistán no fue completamente libre como nación hasta 1991, con la desintegración de la Unión Soviética. Las tradiciones son difíciles de romper.
Es por esto que, a pesar de que el consumo de cerveza está en auge en Kirguistán, el vodka sigue siendo la bebida más consumida en el país. El mercado de la cerveza se reducía a las ligeras Ales y Pilsner de importación. Save the Ales intenta enriquecer el conocimiento gastronómico de la cerveza artesana y darle un toque de refinamiento y distinción entre sus congéneres.
El discreto pero imparable éxito del negocio de estas dos valientes mujeres, las ha llevado a ser invitadas a servir cervezas en festivales de arte y noches musicales. Todo parece apuntar a una emergente cultura de empresas nuevas en Kirguistán, que tiene la sociedad más vibrante de Asia Central. Según el Banco Mundial, Kirguistán sigue siendo el país de la región donde es más fácil registrar una nueva empresa y, poco a poco han empezado a emerger algunas tímidas cerveceras que fabrican su propia cerveza artesana buscando el mismo éxito de Aida y Arzu.
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